A los pocos días de su victoria electoral de 2008, Barack Obama se vio envuelto en el delicado asunto de escoger un perro para la primera familia. “Nuestra preferencia es adoptar uno de un albergue, donde la mayoría son chuchos como yo”, dijo, compartiendo con el público su dilema y su confusión racial. Después acabó prefiriendo un elegante perro de agua portugués, pero la expresión quedó ahí, como una definición improvisada y audaz del nuevo inquilino del Despacho Oval. Hijo de un africano y de una norteamericana con sangre irlandesa, criado junto a un padrastro indonesio y crecido en el heterogéneo Hawai, el presidente, un “chucho”, era la representación perfecta de la sociedad que se disponía a gobernar.
Fuente: El País. Leer noticia aquí
Foto: INCOTRANS – International Business Advisors ©
Otras noticias relacionadas:
«“Los que llegaron a Ellis Island traían solo su pasaje”»
Fuente: El País. Leer noticia aquí
«“La legalización mejorará nuestra economía”»
Fuente: El País. Leer noticia aquí
«Una pesadilla americana»
Fuente: El País. Leer noticia aquí