Cristina no permitió que se abran las importaciones a un grupo de pequeños y medianos industriales que le había solicitado Dilma, a pesar de que eran sólo U$S300 millones. La presidenta brasileña necesita ese gesto para descomprimir la presión de la influyente Federación Industrial de San Pablo. Lejos de eso, las barreras se intensificarían en el segundo semestre.
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